Una mirada a la justicia hablada en lenguas originarias

El Archivo Histórico del PJEdomex mostró una cara distinta de la historia: la que se escucha en lenguas originarias que se celebró el 31 de marzo, como parte del esfuerzo por acercar la justicia a las raíces culturales de los pueblos mexiquenses, en el marco de la presentación de resultados del proyecto El fortalecimiento del acceso a la justicia de las comunidades indígenas del Estado de México a través de los Centros de Paz y Diálogo, a cargo de The World Justice Project México.
La exposición Justicia en Nuestra Lengua reunió cinco expedientes históricos traducidos del español al náhuatl, tlahuica, mazahua, otomí y matlazinca con el objetivo de reforzar los vínculos de identidad entre los pueblos indígenas y su historia, a través de documentos judiciales que hablan de lo que ha sido suyo: la tierra.
Esta muestra parte de la idea de que lengua y territorio son pilares del sentido de pertenencia, y que conocer el pasado en la propia lengua, lo vuelve más propio, más cercano, más vivo.
Las historias son tan diversas como poderosas. En 1649, el pueblo de Teutenango peleó contra el Conde de Santiago de Calimaya por tierras que creían suyas. Aunque perdieron el juicio, lograron que se les arrendaran tierras para subsistir. Este expediente fue traducido al náhuatl.
También se presentó el caso de Ocuilan y Coatepec, de 1873, donde la confusión por los límites territoriales casi genera un conflicto grave. Pero gracias a la voluntad de ambas comunidades y a una inspección visual con autoridades, lograron ponerse de acuerdo y firmar la paz. Esta historia fue traducida al tlahuica.
En 1878, Santa Cruz, Ixtlahuaca, logró que un juez atendiera su demanda de apeo y deslinde frente a haciendas invasoras. Contra viento y marea, los comuneros defendieron sus tierras. Este documento fue traducido al mazahua.
Otro expediente muestra cómo, en 1871, los vecinos de Chimalhuacán de Atenco reclamaron terrenos invadidos por la hacienda de Coxtitlán, y gracias a sus títulos de propiedad del siglo XVIII, ganaron el juicio. Esta historia se escucha ahora en otomí.
Por último, en 1896, el pueblo de San Miguel de los Ranchos venció en juicio a la hacienda “Los Albarranes”, al presentar evidencia irrefutable de su propiedad, resguardada en el Archivo General de la Nación. Este expediente fue traducido al matlazinca.
Este proyecto fue posible gracias al respaldo financiero de Iberarchivos y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), bajo la convocatoria XXV. Es una prueba de que la historia, contada en la lengua que nos nombra, también hace justicia.