Carta a los Servidores Judiciales

Carta a los Servidores Judiciales

Estimado compañero servidor judicial:

Hoy se cumplen diez años que culminó mi nombramiento como Magistrado del Poder Judicial del Estado de México y con ello, 30 años de servicio en la Institución, durante los cuales desempeñé prácticamente todos los cargos de la carrera judicial. 

A diez años de distancia, con mucho respeto, te comparto las palabras que entonces expresé.

Con todo afecto, aprecio y respeto por la función que cotidianamente realizas, con la mejor intención y sin más autoridad para hacerlo que mis años al servicio del Poder Judicial del Estado de México, sin otro ánimo que alentarte, me atrevo a dirigirme a ti para compartirte estas reflexiones.

Tienes el privilegio de ejercer el servicio público, en la que, para mí, por la trascendencia de su misión y lo delicado de su fatigoso ejercicio, es la más noble de las instituciones.  Por lo tanto, te convoco:

A estudiar permanentemente y a reflexionar siempre. Recuerda el mandamiento el Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando (Couture).

A trabajar con denuedo. Ten presente que la abogacía es una ardua fatiga al servicio de la justicia (Couture). Cierto, la carga es pesada, pero por natural selección a nadie se le asigna más de lo que puede soportar; de quien mucho ha recibido, mucho se espera.

A servir. En la vocación de servicio está la esencia de la misión a la que fuiste llamado. Además,  en el servicio a los demás hallarás la mejor forma de alcanzar tu plenitud.

A ser sensible. No puede resolverse con ecuanimidad en el campo del conflicto ajeno, terreno de nuestra diaria faena, sin sentir nuestra propia naturaleza.

A tener fe. Ese motor invisible que nos impulsa y nos anima siempre, que el Apóstol San Pablo definió como … la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve (Hebreos 11:1).

Al ejercicio ético de tu función. Sin la ética carecerías de la fuerza necesaria para sostener el fiel de la balanza. Porque en una balanza, al final de todos los tiempos, serán ponderadas, de cada uno de nosotros, vida, obra y fe.

Sólo en el justo equilibrio de las virtudes que en ti convergen y en la convicción de que tu cotidiano ejercicio, más que un empleo es una misión trascendente, encontrarás la fortaleza que exige de ti la brega diaria.

Al final de cada jornada sentirás el relajante sosiego del deber cumplido, sabiendo que, en la porción que a ti correspondió, contribuiste a la realización de …la constante y perpetua voluntad de dar a cada quien lo suyo (Ulpiano).

Si concibes al éxito como la realización progresiva de un propósito digno, al final de tus días al servicio de la administración de justicia, tu mayor recompensa será haberlo alcanzado, tu mayor reconocimiento será el respeto de tus pares; tu mayor riqueza será la abundante cosecha de afectos que sembraste a lo largo del camino.

Y en tu andar modesto, erguido y sereno, sirviendo en otros ámbitos, sirviendo siempre, el saludo considerado de tus semejantes será tu mayor satisfacción y el motivo más grande para pensar que ¡valió la pena!”.

Afectuosamente

Miguel Ángel Arteaga Sandoval

Yo por la Justicia

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