¿Cuál es el Régimen de Visitas más adecuado?

¿Cuál es el Régimen de Visitas más adecuado?

*Judith Alí Rojas Arizmendi

Después de la sentencia de guarda y custodia, atendiendo al interés superior de menor, se establece un régimen de visitas y convivencias definitivas que garantiza los derechos humanos de las y los niños, como el de tener una familia, pues ellas y ellos necesitan de toda la compresión y el amor que se les pueda brindar, lo que debe partir de la familia, donde se desarrollan. Es por ello que las y los niños no deberán ser separados de sus padres. 

¿Qué ocurre con las y los niños? ¿Cómo hacer un régimen de convivencia que los privilegie y no afecte su derecho a tener una familia? 

Los padres aunque separados siguen siendo su familia.

Para una niña o niño, la separación de los padres es un evento devastador, pero le queda el consuelo de que al menos tendrá la oportunidad de ver al padre no custodio cada 15 días, que es el régimen de visitas que comúnmente se decreta. 

Una visita cada 15 días, tal vez por unas horas o por un fin de semana ¿No es borrar al padre no custodio de su rol paterno?  A veces el padre visitante solo le toca divertir al niño, llevarlo a comer, al parque, de visita con los primos,  convirtiendo al padre custodio en el malo de la historia, porque es el que pone reglas, obliga a comer verduras, da la orden de hacer la tarea, situación que genera conflicto entre los padres. 

No todas las y los niños son iguales, ni tampoco enfrentan la situación de la misma forma, para ello existen diversas variables que les permiten adaptarse a la separación de los padres, pero partamos de la necesidad que tienen los menores de la presencia paterna o materna, de acuerdo con su desarrollo cognitivo. 

A la edad de cero a dos años, la o el niño comienza a crecer a través de los reflejos, al apego con la madre, al vínculo afectivo con sus padres, inicia el desarrollo motor, verbal y poco a poco una idea de sí mismo, es importante que el padre no custodio forme parte de la vida de la o el niño, mediante contactos frecuentes, para familiarizarse con su voz, tacto y formas, las visitas diarias benefician la estimulación del lenguaje y sus movimientos. 

De acuerdo con el autor Albert Bandura, la o el niño a esta edad aprende por imitación, observa a su padres e intenta replicar sus conductas, en cuanto al lenguaje a partir del año y medio, articula frases telegráficas de dos palabras, adquiere mayor autonomía y es posible plantearse la posibilidad de pernoctar una noche, si la o el niño lo admite, en el domicilio del padre no custodio luego de crear un espacio apropiado que le reduzca la sensación de extrañamiento. Para los bebés, desde el nacimiento hasta los seis meses, es recomendado un patrón de visitas frecuentes y predecibles, cuando más frecuente el padre no custodio pueda estar disponible es mejor para los bebés. Las visitas deben ser cortas y frecuentes para proporcionar que la o el niño se familiarice e integre al padre visitante, se recomienda que los menores entre el nacimiento y los 12 meses tengan contactos de cuatro o cinco veces por semana, durante dos a tres horas de acuerdo con Ackerman 2008.

Los niños de tres a cinco años  son más autónomos,  deben de cumplir reglas de los padres, existe una jerarquía, ya que los padres comienzan con los límites de conducta, las visitas del padre no custodio le proporcionan afecto, un modelo de identificación y orientación, lo recomendable es que las visitas no se distancien más allá de una semana, la comunicación también se puede establecer mediante llamadas telefónicas o videollamadas.  Quedarse a dormir con el padre no custodio, dependerá de la capacidad de permanecer fuera del entorno habitual, el fin de semana completo puede resultar excesivo, generándole estados de angustia. Tejedor y Jiménez 2001.

Los menores de seis a 11 años, tienen una mayor capacidad de realizar tareas mentales, su pensamiento es estructurado y abstracto, el lenguaje está desarrollado, se irá ampliando el vocabulario con la educación. La o el niño necesita del padre no custodio para que le proporcione afecto, límites de conducta y modelos de orientación, así como sentimientos de pertenencia a una unidad familiar, para no sentirse diferente de sus iguales. 

El entono de los menores se amplía más, comienza a tener más actividades deportivas, artísticas, entre otras, y menos tiempo para la convivencia, lo cual no debe implicar un menor contacto con el padre no custodio, quien puede involucrase en esas nuevas actividades. 

Es recomendable que no se espacie la convivencia más allá de los 15 días, a partir del viernes a la salida de la escuela hasta el lunes a la entrada, con contacto telefónico o por video llamadas a fin de contrarrestar los días sin convivencia. La autonomía alcanzada le permite pernoctar fuera de casa tanto en el domicilio del padre no custodio como en la casa de los amigos, viajes escolares cortos campamentos, etcétera, incluso periodos vacacionales. 

Cuando las y los niños están entre los 12 y 17 años, el sistema de pensamiento alcanza las operaciones interiorizadas, comienza la búsqueda de identidad, logra gran independencia del seno familiar y desarrolla sus propios criterios, valores y patrones de conducta. Los amigos pasan a tener gran peso en la formación de identidad personal, el desarrollo sexual contribuye también a que se perciban con más independencia y similares a los adultos. 

El adolescente carece de conocimientos y experiencias, los mayores  adquieren un papel fundamental en su orientación, al sentirse en condiciones de igualdad frente a los adultos, se requiere la negociación de los tiempos y en qué condiciones podrían darles las convivencias, para sincronizar obligaciones, intereses, necesidades. 

A los adolescentes les puede parecer molesto convivencias rígidas que los alejen de sus amigos, el patrón de visitas puede reducirse al mínimo si los padres tienen una buena relación, las visitas es posible llevarlas a cabo cada fin de semana, cuando se sabe adolescente ya no es necesario el contacto tan frecuente con el padre no custodio y la o el niño puede solicitar o llevar a cabo algún grado de compenetración. 

Los beneficios de las visitas constantes y frecuentes entre la o el niño y el padre o madre no custodio, reducen la ansiedad por la separación, así como los problemas de conducta y consolidan la relación. De manera contraria, si no se da la convivencia frecuente, los padres con poca relación tienden a sufrir el resentimiento de sus hijas o hijos, mismo que es alimentado por la distancia emocional que lamentablemente se va elevando entre ellos, sufren sentimientos de abandono, lo que puede fracturar la relación. Una buena relación de los hijos con el progenitor no custodio beneficia  todas las áreas de la vida del hijo, y ayuda aumentar la calidad de vida del progenitor custodio.

Lo más importante es que la convivencia se dé en un ambiente libre de tensiones y peleas de los padres, para que el tránsito de un hogar a otro no implique una discusión entre los padres, que a la larga pueda poner al niño en una situación de evitar las convivencias para no ver pelear a sus progenitores. 

*Perito en materia de Psicología

Yo por la Justicia

Entradas relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *