La comunidad estudiantil mexiquense cuenta con el respaldo del Poder Judicial del Estado de México, cuyo interés es la promoción de la cultura de la paz y el entendimiento, para evitar la violencia escolar en todos los sectores de la población.
Esta institución contribuye a mejorar la convivencia en los centros escolares, así como a prevenir y combatir el bullying entre estudiantes, profesores y padres de familia, a través de su Centro Estatal de Mediación, Conciliación y Justicia Restaurativa, el cual en el primer semestre del año capacitó a 44 servidores públicos de la Secretaría de Educación del gobierno mexiquense como mediadores escolares.
Al contar con las habilidades y los conocimientos adecuados y especializados, los mediadores pueden impulsar el diálogo ante un conflicto, por lo que las partes en controversia son llamadas a externar sus diferencias en presencia del facilitador, quien de ser necesario, requerirá la asistencia de los profesores o los padres de familia.
Los mediadores se encuentran en diversas zonas escolares de la entidad, donde atienden los llamados que realizan las escuelas, a fin de pacificar las controversias que derivan de la convivencia diaria dentro de las aulas.
De igual manera, el Tribunal Superior de Justicia mexiquense certificó a ocho profesores de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México como mediadores escolares, quienes contribuyen a la resolución de conflictos entre los miembros de la comunidad universitaria.
Resuelven bullying con mediación
En el Poder Judicial destaca el caso de Ana, alumna de secundaria y quien, a su corta edad, conoció la discriminación, los insultos y los golpes de sus compañeros de grupo. Ana calló mucho tiempo e incluso ya no quería asistir a la escuela, hasta que un día decidió decirle todo a su madre, quien buscó ayuda en el Centro Estatal de Mediación, Conciliación y Justicia Restaurativa para resolver esta situación.
La mamá de Ana acudió al Centro de Mediación de Acambay, donde se convocó a los padres como representantes legítimos de las adolescentes y con su autorización, las menores participaron en un proceso restaurativo, acudieron a la sala de mediación para tratar el tema y apoyados por un facilitador lograron resolver el conflicto.
Ahí, las compañeras involucradas reconocieron haberle causado daño a Ana y a través del diálogo ofrecieron disculpas, le preguntaron de qué manera podían reparar o resolver la afectación ocasionada y ella pidió que la respetaran y tener una convivencia armónica en la escuela.