Más allá de la muerte, la Tanatología ayuda a integrar la ausencia a la vida

Más allá de la muerte, la Tanatología ayuda a integrar la ausencia a la vida

*Martha Escobedo Hinojosa

Siempre que pensamos en el concepto de “Tanatología” lo asociamos al duelo que vive una persona tras la muerte de un ser querido; pero más allá de ese significado, esta disciplina ayuda también a quienes pierden algo con lo que tenían un fuerte vínculo emocional, como la disolución de su matrimonio, la muerte de su mascota, la pérdida de un trabajo o hasta un objeto. 

Podemos decir que el duelo más doloroso es el de la muerte, ya que representa muchas pérdidas al mismo tiempo. Alguien pierde a un papá o mamá, pero también pierde a su mejor amigo o amiga, hermano o hermana, un abuelo o un marido, por lo que hay que empatizar en cada uno de esos roles dentro de este proceso tan difícil, para enfrentar la situación que asusta y preocupa colectivamente. 

Después de la pérdida, todas las primeras veces son difíciles, el primer día, la primera semana, el primer mes, luego el primer cumpleaños, la primera vez escuchando una canción que le gustaba, o la primera navidad; aquí la función de una tanatóloga o tanatólogo es fundamental porque acompaña y orienta, ayudando a comprender qué es lo que está pasando y cómo integrar la ausencia a tu vida, hacerla menos dolorosa y más entendible. 

La tanatología brinda una figura de acompañamiento para enfrentar el dolor, advierte los cambios en la dinámica personal y familiar, resignificando esa ausencia a través de sus etapas como son la negación, el enojo, la negociación, la depresión y la aceptación. Siempre ha habido tanatólogos, anteriormente el médico de la familia, algún sacerdote o un grupo de amigas o amigos fungían como un respaldo y soporte emocional. 

Neurosis, depresión o relaciones tóxicas pueden desarrollarse sino se supera una pérdida

Todas las personas vivimos duelos diferentes, dado que dejamos de desempeñar un rol que era importante en nuestras vidas. Por ejemplo, quien se divorcia deja de ser esposa o esposo de una persona y es en ese punto que debe replantear aspectos como el funcionamiento de su familia, de sus emociones, quizá también la adaptación a un nuevo espacio.

Ante una jubilación o pérdida de trabajo se vive también la pérdida de una rutina, el ambiente laboral, las amistades y el reconocimiento obtenido que nos daba identidad, nos permitía desarrollar otras aptitudes y habilidades que posiblemente no podemos utilizar en el hogar; después de tantos años en un trabajo no reconocemos a la pareja o la casa de tiempo completo en el día a día. 

Uno de los problemas más graves de no superar una pérdida es que se pueden desarrollar patologías como la neurosis, la depresión, relaciones tóxicas, recurrir al alcohol, drogas, incluso adquirir hábitos nocivos como dejar de comer o el trabajo excesivo para hacerle frente al dolor. 

“Dentro de cualquier pérdida, hay una ganancia” y tener un proyecto de vida y comprender que la vida sigue después de la situación que acabamos de atravesar es fundamental para avanzar; descubrir actividades, hobbies, conocernos en otros aspectos y circunstancias es importante para aperturar una nueva etapa y comenzar de nuevo, superar no significa olvidar o estar siempre feliz, sino aceptar y continuar. 

Mantenerse activo, hacer deporte, ejercicios de respiración, meditar o caminar al aire libre para distraerse, oxigenarse e identificar y entender cuál es la emoción que se experimenta, son algunas actividades clave durante el primer año de pérdida; procurar alimentarse saludablemente, ya que debemos considerar que en el duelo el apetito puede incrementar o disminuir, así que incluir alimentos altos en fibra como frutas y verduras es indispensable. 

Además, hidratarse, tener un sueño reparador monitoreando anomalías como el insomnio, pesadillas recurrentes, así como la indigestión o diarrea es vital para saber cuándo necesitamos consultar a un médico. 

¿Cómo ayudar a alguien que sufre un duelo?

Cuando estamos cerca de una hermana o hermano, hijo o hija, amiga o compañero de trabajo que está pasando por un duelo podemos ayudar de dos formas; la primera es práctica, con actos de servicio como llevar comida, realizar las compras, simplificarle alguna tarea como recoger a sus hijos o hacer un trámite. La ayuda es concreta y puede ser solo una vez como un gesto ante la situación. 

Por otra parte, acompañar, escuchar, abrazar o ser el guardián de la soledad siempre será algo que el doliente agradecerá; ser una persona consciente, dispuesta a escuchar sin juzgar, sin aconsejar o interrumpir es una labor noble y solidaria para estar al lado de quien más puede necesitarte. 

*Psicóloga especialista en Tanatología

Yo por la Justicia

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