Gustavo A. Barrera Graf con la justicia en la sangre

Gustavo A. Barrera Graf con la justicia en la sangre

Nacido en el seno de una familia de juristas y empresarios, Gustavo A. Barrera Graf vio la luz el 8 de junio de 1914; su padre Jenaro Barrera Garza era oriundo de Nuevo León y en 1941 fue presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México; su madre, Margarita Graf, era hija del empresario suizo avecindado en México, Santiago Graf quien fue fundador de la compañía cervecera Toluca y México, famosa a finales del Siglo XIX e inicios del XX. 

Gustavo llegó a una familia numerosa, pues tenía seis hermanos: Jenaro, Fernando, Sergio, Margarita, Elena y Jorge, este último a la postre se convertiría en profesor investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) gracias a sus aportaciones jurídicas, principalmente en materia mercantil. 

A los 24 años de edad, esto es en 1938, recibió el título de licenciado en Derecho por la UNAM, dicho documento fue firmado por el rector Gustavo Baz Prada y el secretario general Mario de la Cueva, de acuerdo con el artículo “Génesis del Poder Judicial del Estado de México” del cronista institucional, Atanasio Serrano López, que fue publicado en el cuarto número de la revista Ex Legibus.

El mismo año de su graduación ingresó al servicio público. Fue agente del Ministerio Público en Tlalnepantla, cargo que luego desempeñó en Toluca y posteriormente fungió como Oficial Mayor de la Secretaría General de Gobierno en el periodo del gobernador Alfredo Zárate Albarrán; durante 1942 se desempeñó como síndico municipal de Toluca para después dedicarse a ejercer el Derecho. No obstante fue síndico nuevamente en 1957, donde coincidió con el presidente municipal Juan Fernández Albarrán, quien sería gobernador mexiquense entre 1963 y 1969. 

Ya en el cargo, el gobernador Fernández Albarrán invitó a Barrera Graf a ocupar la titularidad de la Secretaría General de Gobierno. Una vez finalizado este periodo de gobierno, el jurista volvió a su bufete jurídico y fue en 1979 cuando el gobernador Jorge Jiménez Cantú lo nombró magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México.

Dos años después, en 1981 fue elegido presidente del pleno de magistrados. Durante su periodo de administración destacó la ampliación del servicio de Boletín Judicial, el incremento de los juzgados de Primera Instancia, la creación de los juzgados Quinto Penal de Tlalnepantla y Tercero Municipal de Nezahualcóyotl, tal como lo señala el libro “El Poder Público del Estado de México. Historia Judicial: Del restablecimiento de la República Federal al siglo XXI” de Antonio Huitrón Huitrón. 

Barrera Graf determinó la creación del Instituto de Capacitación y Especialización Jurídica para Adiestramiento de Personal y Especialización de Funcionarios Judiciales, su primer director fue el magistrado Luis Miranda Cardoso. Cabe destacar que con el paso de los años, este espacio se convertiría en la actual Escuela Judicial del Estado de México. El legado más reconocido que dejó a su paso por el Poder Judicial de la entidad, a tal grado que el Aula Magna de esta institución de enseñanza lleva su nombre. 

Todavía en funciones, el magistrado presidente falleció a los 73 años de edad en abril de 1987 y en sustitución fue nombrado el magistrado Leopoldo Velasco Mercado. 

La gran mayoría de los colaboradores del Poder Judicial del Estado de México y quienes han visitado su Escuela Judicial conocen el Aula Magna “Gustavo A. Barrera Graf”, un recinto con capacidad para 400 personas y cuyos muros han atestiguado la historia de la institución. 

En Yo por la Justicia, nos dimos a la tarea de rememorar la obra y legado de un hombre dedicado a la impartición de justicia que con su visión dejó huella en el Tribunal mexiquense. 

Fuentes:  

– HUITRÓN HUITRÓN, Antonio,  El Poder Público del Estado de México. Historia Judicial: Del restablecimiento de la República Federal al siglo XXI, Fondo Editorial del Estado de México, 2012.

– SERRANO LÓPEZ, Atanasio, Génesis del Poder Judicial del Estado de México, Revista Ex Legibus, N.º 4, abril 2016 pp. 129-152.  

Yo por la Justicia

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