Pasión por la música y el Derecho

Pasión  por la música  y el Derecho
Cada vez que el magistrado Enrique Víctor Manuel Vega Gómez comienza a sentirse estresado por algún asunto judicial escucha un poco de música –jazz de preferencia- pues dice que es la mejor terapia, una forma de comunicarse, incluso consigo mismo. Las notas, las melodías y el ritmo le permiten pensar mejor y en ocasiones distraerse.

Nacido en una familia donde la música era una de las principales formas de ganarse la vida, desde muy pequeño estuvo rodeado de instrumentos, pues su padre, abuelo y otros parientes formaron en Toluca la orquesta “Canarios de la Melodía”, un conjunto musical que posteriormente cambió su nombre por el de orquesta de “Los Hermanos Vega” y finalmente se convirtió en “Vegas Show”. En esta agrupación, el magistrado tocó durante 29 años el saxofón.

Dada esa vocación, Enrique Vega estudió seis años en el Conservatorio Nacional de Música, durante los cuales se especializó en instrumentos de aliento, así como en composición y escritura musical, sin embargo, llegado el momento decidió que el Derecho era la carrera que seguiría profesionalmente debido también a la influencia familiar de un tío y un primo suyo que eran abogados.

Compaginar la pasión por la música y el Derecho no es tan complicado para el magistrado Vega. En cada trabajo que ha desempeñado encontró la forma de tocar sin dejar sus obligaciones de lado. Sin importar si los conciertos de la orquesta terminaban de madrugada, él se presentaba a la mañana siguiente a sus labores.

Cuenta que cuando llegaba a un nuevo empleo, platicaba con su jefe inmediato para hacerle la petición de que le permitieran seguir tocando el saxofón en la orquesta, afortunadamente
–dice- nadie se opuso y por eso logró continuar, inclusive cuando fue director de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México.

El magistrado suele tocar en tertulias con amigos cercanos y familiares; la música inunda cada espacio de su casa, pues en su sala de estar conserva tres saxofones de diversas tonalidades, un piano y decenas de miniaturas de saxofonistas y orquestas, pues aunque pase el tiempo, la música nunca deja de sonar en los pensamientos de Enrique Vega.

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