
La voluntad y la solidaridad no siempre se miden por la cantidad o el valor de lo donado, sino por el compromiso genuino de sumar esfuerzos en favor de quienes más lo necesitan
— Ana María Rangel de la O, Presidenta Honoraria del Voluntariado
Entre febrero y septiembre de 2025, el Voluntariado del Poder Judicial del Estado de México trabajó para contribuir a la construcción de una sociedad más solidaria, humanitaria y sensible. Demostrando que más allá de las cifras, sino en gestos que transforman vidas, bajo el liderazgo de su presidenta honoraria, Ana María Rangel de la O, este colectivo de mujeres y hombres tejió una red de apoyo que abrazó a quienes más lo necesitaban niñas, niños, adolescentes, mujeres, adultos mayores, personas privadas de la libertad, familias en situación de vulnerabilidad y por supuesto la gran familia judicial mexiquense.
Organizar campañas, coordinar apoyos y convocar voluntades en un principio parecía un desafío logístico, pero con el tiempo se convirtió en un motor de esperanza que movilizó corazones.
Durante estos meses, el Voluntariado construyó puentes entre instituciones y personas, entre necesidades urgentes y soluciones generosas, entre el deber público y el afecto genuino. Hoy, al mirar atrás, no solo se contabilizan esfuerzos, se reconoce una historia que merece ser contada, porque en ella se revela el verdadero alcance de una comunidad que decidió no ser indiferente.
Voluntad hecha acción
La primera gran muestra de organización fue la colecta permanente de tapitas de plástico, en alianza con Fundación AMANC, que se tradujo en 12 toneladas destinadas a niñas, niños y adolescentes con cáncer. No fue solo juntar plástico, significó reunir a comunidades enteras, desde Toluca hasta Ecatepec, involucrando colegios, universidades y familias judiciales comprometidas con la causa. La iniciativa, que también recorrió Texcoco y Tlalnepantla, que demostró como cada tapita puede convertirse en un gesto de vida y en símbolo de solidaridad compartida.


Estudiantes del Colegio Monte-ssori, INEDIB o la Universidad Isidro Fabela no solo donaron, también participaron activamente, entendiendo que la justicia y la empatía no se aprenden en los libros, sino en el servicio.
En paralelo, el Voluntariado firmó un convenio con la Cruz Roja Mexicana, delegaciones Toluca y Metepec, para brindar atención médica primaria a migrantes en tránsito en el albergue Hermanos en el camino. Consultas, curaciones, orientación en salud y cursos de capacitación hicieron patente que la justicia también se ejerce desde la salud y la dignidad humana.

Fondos con propósito
El corazón de Toluca se llenó de vida con las cinco ediciones del Bazar con Causa, una iniciativa que mensualmente convirtió prendas y accesorios en recursos para apoyar a familias vulnerables. Lejos de ser un simple tianguis solidario, se trató de un espacio de encuentro, donde la comunidad judicial y la ciudadanía compartieron no solo compras, sino también historias y reflexiones sobre realidades que, en ocasiones, pasan desapercibidas.
A ello se sumó la Carrera con Causa de la y el Abogado 2025 el 6 de julio en la que la meta no fue solo deportiva. La colaboración con el CEPANAF y el CAM No. 20 permitió sumar esfuerzos para promover la adopción de seres sintientes y apoyar a estudiantes que encontraron en la venta de alimentos una oportunidad para crecer y financiar sus proyectos.
Educación, empatía y unión
Otro momento clave llegó con el programa “Intercambio con Causa”. Escuelas como UNITEC, Colegio Argos, Universidad del Valle de México y Colegio Isidro Fabela se unieron para donar artículos de higiene, ropa, juguetes y hasta una obra de teatro infantil para el Centro de Asistencia Social “Villa Hogar”. Todo se canalizó a personas en condiciones adversas, enseñando a las nuevas generaciones, la fuerza de la empatía.
Además, empresas como Bosch Car Service, Ford Sánchez Automotriz y Costco México hicieron lo propio con donaciones de primera necesidad, reafirmando que la solidaridad también puede nacer del sector privado cuando se suma a causas justas.

La familia judicial como protagonista
El Voluntariado trabajó de cerca con su familia judicial, fortaleciendo lazos y generando bienestar al interior de la institución.
Las actividades incluyeron desde el programa de Turismo Familiar, que reunió a más de mil 200 participantes en recorridos culturales por Malinalco, Val’Quirico o Valle de Bravo, hasta la entrega de aparatos funcionales —sillas de ruedas, bastones y muletas— para servidoras y servidores que enfrentan desafíos de movilidad.

Los cursos también marcaron pauta. Talleres como “Mis emociones y yo” en versiones infantil y adolescente con más de 275 participantes, el cual brindó acompañamiento psicológico a 8 adolescentes que requirieron una atención más específica con tratamiento completo. “Reconociendo mi valor” y “Cómo decir adiós”, dirigidos a voluntarias con enfoque en autoestima y manejo del duelo; además de “Estrés laboral”, con la participación de 242 servidores judiciales, brindando herramientas de mindfulness para su bienestar emocional.


Incluso se abrió espacio para la innovación, con un taller de Inteligencia Artificial dirigido a hijas e hijos de trabajadores judiciales con 102 beneficiados.


Con el sello de comunidad, unión y alegría compartida las celebraciones no faltaron, el Día de la Niña y el Niño reunió a más de 700 asistentes en Toluca, Tlalnepantla, Texcoco y Ecatepec; los conciertos del Día de las Madres y Padres, junto con la Orquesta Filarmónica de Toluca, congregaron a más de 3 mil 500 personas; y la Mañana Deportiva recaudó recursos que fueron destinados íntegramente a personas vulnerables.



Niñez con vida digna
Quizá la parte más sensible de estos meses fue la enfocada en niñas, niños y adolescentes. Desde la entrega de más de cinco mil Pediasure a la Fundación AMANC hasta la donación de 3 mil 600 juguetes y materiales didácticos a casas hogar y escuelas, el Voluntariado mostró que su compromiso con la infancia es constante, las sonrisas de las y los pequeños fueron el mayor testimonio del efecto positivo de esta iniciativa.


La graduación del CAM No. 20, donde se entregaron regalos y se reconoció a estudiantes como Adrián Salvador por su esfuerzo en atletismo, fue un recordatorio de que cada logro académico es también una victoria comunitaria. Y en el caso de Rodrigo, joven con discapacidad, se demostró que la solidaridad puede transformar vidas se instaló una rampa de acceso a su casa, se le donó una computadora portátil y pañales permanentes, además de terapia psicológica tanto para él como para su mamá.
También se hicieron realidad sueños como los XV años de Mariana en el Centro de Asistencia Social “Villa Hogar”, donde vestido, pastel y regalos se transformaron en recuerdos imborrables.

Tejido social que se fortalece
La última etapa estuvo marcada por acciones de mayor alcance comunitario. La entrega de kits de menstruación digna, kits con artículos para bebés y 100 materiales para la ludoteca en apoyo a mujeres que han sido víctimas de violencia de género, en los Centros de Justicia de la Fiscalía General de Justicia estatal, apoyos a adolescentes del Centro de Internamiento “Quinta del Bosque” o la donación de artículos a casas hogar y asilos, mostraron que el Voluntariado no olvida a nadie.

Incluso desde la justicia restaurativa, jueces sumaron artículos de primera necesidad como parte de planes de reparación del daño, que después fueron canalizados a familias necesitadas.
Y en medio de estas jornadas, surgieron historias inspiradoras Edith Rosas, recibió apoyo con la adquisición de su uniforme de competencia para representar al Estado de México en el Campeonato Nacional de Atletismo Máster, realizado en San Luis Potosí, quien obtuvo medallas nacionales; así como Gabriela, una mujer con discapacidad motriz que ahora cuenta con una cuatrimoto para vender alimentos y sostenerse; o las donaciones a mujeres víctimas de violencia en asociaciones como VIFAC y Vive 100% Mujer.