Neuropsicología forense: la mente como evidencia en peritajes de violencia contra mujeres

Yair Bautista Mundo, neuropsicólogo forense
En los últimos años, la neuropsicología forense ha ganado un lugar cada vez más relevante en los procesos judiciales. Esta disciplina, ubicada en la intersección entre la neurociencia, la psicología y el derecho, permite evaluar de manera integral el funcionamiento cognitivo y emocional de las personas involucradas en casos de violencia contra las mujeres. Permitiendo observar de manera directa cuál es el impacto a nivel cognitivo que han tenido las violencias ejercidas en las mujeres, lo que conlleva a facilitar la toma de decisiones, respecto a la responsabilidad penal y de esta forma señalar una reparación del daño más real.
¿Qué es la neuropsicología forense?
Es una rama de la neuropsicología que aplica principios científicos para evaluar funciones cerebrales en contextos legales. La persona profesional en neuropsicología forense se encarga de estudiar cómo posibles alteraciones en el cerebro afectan la conducta, el juicio, la memoria, la toma de decisiones y otras funciones cognitivas que pueden tener relevancia judicial.
La persona profesional en este ámbito actúa como perito imparcial ante jueces y tribunales. Su objetivo es aportar evidencia científica que ayude a esclarecer hechos legales. Su alcance es crucial gracias a la aplicación de pruebas neuropsicológicas, que una vez terminada la evaluación (el peritaje), permiten determinar si por algún tipo de traumatismo craneoencefálico originado por acciones de violencia física, hay algún sesgo en las declaraciones de las víctimas de violencia.
La imputabilidad en los peritajes neuropsicológicos
Uno de los principales aportes se da en el ámbito penal, específicamente en la evaluación de la imputabilidad. En varias ocasiones al no realizar una adecuada evaluación en las personas victimarias, ha llevado a que las personas dictadoras de justicia no otorguen la reparación del daño a las víctimas.
Cuando existe la sospecha de algún tipo de daño cerebral, enfermedades neurodegenerativas y trastornos mentales severos, se debe solicitar una evaluación neuropsicológica que explore el funcionamiento cerebral en áreas clave como el control de impulsos, la empatía, el juicio moral, la memoria y la atención.
Algunas personas pueden fingir síntomas cognitivos o emocionales con el fin de obtener beneficios legales, como evitar una condena penal o recibir una indemnización. Ante esto, la persona experta en neuropsicología forense utiliza pruebas diseñadas específicamente para identificar inconsistencias entre los síntomas reportados y el funcionamiento real, lo anterior aplica en los peritajes tanto para víctimas como victimarios.
Se han tomado decisiones no favorables para las personas implicadas en casos de violencia contra las mujeres. Lo que ha tenido un impacto en la reparación del daño a las víctimas. Al poder realizar evaluaciones más objetivas, se permite el acceso a la justicia.
La violencia reflejada en las estructuras cerebrales
Ser víctima directa e indirecta de violencia, especialmente cuando esta ocurre de forma crónica o en etapas tempranas del desarrollo, puede generar alteraciones significativas en estructuras cerebrales clave. La exposición prolongada al estrés traumático activa el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, lo que incrementa la producción de cortisol, una hormona que, en exceso, puede dañar áreas como el hipocampo, la amígdala y la corteza prefrontal.
Estas regiones están relacionadas con la memoria, el procesamiento emocional, la toma de decisiones y el autocontrol. Como consecuencia, las mujeres víctimas de violencia pueden desarrollar trastornos como el de estrés postraumático, de ansiedad, depresión, disociación o dificultades cognitivas persistentes.
Las funciones ejecutivas se ven afectadas al tener complicaciones para planificar, tomar decisiones, controlar impulsos, regular emociones, mantener la atención y adaptarse a nuevas situaciones. La reparación del daño ocasionado tiene que ir en busca de permitirles a las víctimas tener las condiciones necesarias para un proceso de rehabilitación cognitiva.