Agrado de ser… Agrado 

Agrado de ser… Agrado 

*Verónica Hernández Alcántara

“Irradiamos un tipo de energía diferente cuando estamos con el ceño fruncido y pesimistas, en oposición a cuando estamos sonrientes y felices. Sonreír es un anuncio que dice: “entre”, mientras que fruncir el ceño dice: “no molestar”. A muchos de nosotros nos cuesta sonreír porque estamos consumidos por aquello que nos falta en la vida -Si tan sólo despertáramos cada mañana con la conciencia de que todo lo que tenemos es un préstamo, sería mucho más fácil sonreír-. Piensa cuán radiantes serían nuestras vidas si pasáramos más tiempo obsesionados con la gratitud en lugar de la carencia.” Yehuda Berg

Con esta reflexión pretendo simplemente tomar consciencia de cómo podemos embellecer nuestra vida a través del trabajo que desempeñamos. Cuando prestamos un servicio en nuestro centro laboral cotidiano cumplimos con una misión para la cual fuimos creados y, somos capaces de proyectar una serie de virtudes, entendidas como las conductas que al expresarse generan armonía y bienestar, de tal manera que somos instrumentos o medios para proyectarlas.

En nuestro espacio laboral la gratitud se exponencia como la mejor actitud, el agradecer por todas las maravillas materiales e inmateriales con las que contamos; si bien es cierto cuando nos enfrentamos a cualquier situación, ya sea que la califiquemos de grata o no, es común reaccionar, ya sea para construir o para destruirnos, de inicio solemos no entenderlas, pero a medida que pasa el tiempo y nos retrotraemos en el devenir histórico percibimos factores y elementos que evidencian una razón de ser y del para qué experimentamos dicha vivencia. En estos casos, con el transcurso del tiempo identificamos que todas las experiencias (gratas o no) lograron perfilar a la persona que hoy somos y sumamos aprendizajes.

Por ejemplo, cuando percibimos que algo “malo” ocurre, nuestro instinto primario se traduce en reclamar al Creador, al universo, a la vida o a quien sea el recipiendario de nuestra fe a través del cuestionamiento clásico: “¿Por qué a mí?”. Y la respuesta quizá un tanto despiadada: “¿Y por qué no a ti?”, en realidad nosotros somos la causa de nuestro propio caos, dolor y sufrimiento. Al concentrarnos en apreciar lo que tenemos, en lugar de mirar lo que otros tienen y nosotros no, podemos neutralizar la envidia, diluir los celos y poner fin a todos los actos de juicio justificados para poder protegernos a nosotros mismos. 

Un muy buen tip en nuestra actividad laboral es rodearnos de gente que sume a nuestra vida, que nos ayude a crecer y ser mejores seres humanos y, el espacio laboral justo nos permite espejearnos para que aquello que vemos en el otro como poco luminoso, nos permita echar un vistazo al propio interior para percatarnos si nosotros estamos mostrando la misma conducta pero no nos hemos hecho conscientes de la misma. Son esos “ajá moments” que en una autocrítica nos permitirán identificar y tomar acción en nuestro beneficio y, por ende, en la repercusión en el entorno laboral y en los demás.

Cuando mantenemos una actitud abierta a las mejores posibilidades, nos abrimos a todo lo satisfactorio que puede pasar en nuestra vida, todo cuanto se suscita a nuestro alrededor, directa o indirectamente se confabula para nuestro bien, y sin lugar a dudas todo cambio que se presenta se vincula con la necesidad de generar día con día una mejor versión de nosotros mismos, en este sentido vamos construyendo un clima de armonía y bienestar de tal forma que se hace evidente la existencia de un binomio insoslayable entre el ser agradecido y elegir ser feliz. En la medida en la cual estamos conscientes de las grandes bendiciones con las que contamos nuestro ser irradia una energía que contagia y vibra en una frecuencia muy alta que da paso a la alegría, generosidad y gozo, incluso de lo que también está por venir.  Todo es para bien, todo es para mejor. Gam Zu Letová  

*Directora de Certificación, Capacitación y Extensión del PJEdomex

Yo por la Justicia

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